domingo, 24 de marzo de 2013

EL PELIGRO DE LA MAGIA


Para cualquier persona es conocido que el realizar rituales de magia negra o cualquier práctica esotérica con el fin de perjudicar a otra persona es malo, y además, peligroso. Es decir, en el inconsciente popular se sabe que el realizar algún tipo de ritual mágico, embrujo, gualicho o trabajo de magia siempre trae como consecuencia una calamidad o maldición a la persona que lo realiza. Ésto es absolutamente verdadero y desde ya que es totalmente recomendable no realizar jamás alguna cosa parecida. Sin embargo, el objetivo de esta entrada no apunta a hablar de lo desaconsejable de la práctica de la magia negra, porque es una verdad que todo el mundo conoce y porque aquellos que realizan este tipo de rituales generalmente las realizan conscientes de los peligros que estas prácticas implican para sí mismos, pero la maldad que quieren provocar los obsesiona más que cualquier otra cosa.

Lo que quiero tratar en éste post es algo un poco más sutil, quiero hablar de lo desaconsejable que es realizar cualquier tipo de ritual mágico, y con ésto me refiero a cualquier tipo de amuleto, ritual o práctica que se realice quizá con algún fin "blanco", por ejemplo atraer dinero, llamar la atención de alguna persona amada u obtener éxito en algun emprendimiento o proyecto, eliminar las "malas ondas" o simplemente tener una mejor suerte. Éstas cosas parecen inocentes, sin embargo son potencialmente peligrosas. Y el peligro principal que entrañan este tipo de cosas es que la gente que los realiza en la mayoría de los casos no conoce la naturaleza del ritual que está realizando o del talisman u objeto mágico que está utilizando, y por lo tanto a que fuerzas o entidades está invocando para obtener su favor.

Todo tipo de magia viene del diablo, y no es otra cosa que distracciones del maligno, engaños del principe de la mentira. La única relación sana que una persona puede tener con lo sobrenatural es la religión, cualquiera sea la que practique, y Dios es el único que da ayuda sin pedir nada a cambio. Por lo tanto, la oración es el único camino para mejorar nuestra vida, y el acercarnos a Dios es la única forma de estar mejor. Lo que no viene de Dios es contrario a Él.

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